Enjaulado en las cloacas (dia 24, Mes del Dragon, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII)

Te despiertas totalmente desorientado debido a los gritos de otro como tu, encerrado contra su voluntad, engrillado y enjaulado.

Miras a tu alrededor para localizarte de algún modo, orientarte en el tiempo o en el espacio. Fracasas, ni siquiera estas seguro de seguir en el almacén del muelle de la curva.

Los gritos salen de una jaula no muy lejos de ti, en la que ahí otro desgraciado suplicando, diciendo que no ha hecho nada, otro "apestoso", esta vez del barrio mercader por lo que entiendes de su balbuceo.

Delante tuya hay otra jaula, a unos 10 metros, en la cual hay un bulto cubierto por una manta de piel de cabra, muy similar a las que has visto utilizar por los unicornio tanto en sus armaduras, como en algunos de sus atuendos para el frio del cual salen de pronto una voz dirigiéndose al que grita. -Maldita sea, calla ya. No conseguirás nada suplicando, salvo que me estalle la cabeza.- pero su queja resulta estéril.

Aparte de estas tres jaulas, la de estos dos y la, no ves ninguna otra, pero si ves cajas de varios tamaños en lo que se adivina de primeras como una especie de almacén o despensa enorme. También ves infinidad de fardos, y por un instante te ha parecido oler a flores de opio.

Me levanto y como cada día me concentro, medito y luego entreno como puedo, evitando heridas que me molesten. Y cuando termino mi entrenamieno habitual sigo, dado que no tengo más que hacer.

En realidad, fuera de la meditación, no puedes hacer mas que intentar desentumecer el cuerpo, ya que la jaula te da poco espacio para maniobrar.

Cuando te masajeas el cuerpo, notas que las heridas están mas curadas de lo que en tu experiencia deberían estarlo.

Mientras estas en eso, notas que el bulto de la jaula de enfrente, tiene forma humanoide. De el sigue saliendo comentarios intentando callar al nuevo, pero resultan en vano durante una hora mas o menos y después el por su cuenta se calla.

Continuo desentumeciendome y tratando de ejercitarme.

-Por mucho que lo intentes, no conseguirás salir de aquí. Tarde o temprano encontraran un rival que sea superior a ti, sucumbirás y ellos seguirán enriqueciéndose.- Escuchas desde el bulto tapado que hay en la jaula.

- No trato de salir de aquí, sólo entrenar un poco.

Escuchas en respuesta una especie de mugido y se vuelve ha hacer el silencio roto de vez en cuando por los sollozos del hombre que hace un rato pedía clemencia.

Continúo a lo mío.

Tras un rato el sopor comienza a invadirte a pesar de la incomodidad, pero en el momento en el que empiezas a escuchar desde un pasillo tras una puerta cerrada, un gruñido agudo y pequeños golpes en madera. A los pocos segundos entran por dicha puerta dos hombres cargando una caja en la que podría entrar un niño y de la cual salen los gruñidos y los golpes. -Yo matar tu. Deja ir mi.-

Tras estos hombres con la caja, va andando muy serio el hombre de la lanza que te mira de reojo.

Miro fijamente la caja, poniendo atención en si es la voz de un niño. Luego miro al hombre de la lanza, directamente a los ojos. Le sigo con la mirada mientras avanza. Luego me levanto y me acerco a los barrotes de mi celda particular.

- Eh - llamo su atención - ¿Y mi arma? ¿Dónde está? ¿Qué habéis hecho con Compasión?

El hombre te mira serio y disgustado, pero notas claramente que tu actitud hacia ti es distinta y hacia lo que hay en la caja, bastante molesta. Te mira a los ojos fijamente y te responde. -Están a buen recaudo en mis aposentos, no dudes de ello.- palabras tras las cuales, notas algo en su gesto, es su actitud.

Tras esto, hace continuar a los hombres que llevan la caja. Cuando estos van llegando a otra puerta, este pasa delante de tu jaula y deja caer algo a tus pies envuelto en un pedazo de tela.

Esperas a que se hayan ido por la puerta y desenvuelves la tela con gran curiosidad. Es el cuchillo con el que le rajaste el cuello al jabalí, pero esta vez enfundado en su saya, que es del mismo material que la empuñadura, con una anilla metálica para poder atarla y atada a esta, en vez de gasa o cuerda, un cordón precioso hecho de larguísimo cabello negro y suave como el amanecer.

- MMmmhmmmm...

Guardo el cuchillo entre mi ropa. Pero quiero mi katana.

Me siento en la celda, jugueteando con la tela que envolvía el cuchillo. Quizás esto pueda costarle el cuello. No obstante, tiene poder para hacer algo más, me pregunto porqué no saca su arma y acaba con toda esta locura, o muere intentándolo, como alguien honorable haría.

Elucubro sobre las razones. Lo más probable es que sea un simple cobarde, sin más. Teme morir y por eso no se enfrenta a esta gente. Pero hay que tener en cuenta otras posibilidades, después de todo algún riesgo está tomando para salvarme el cuello. Quizás tengan amenazado a alguien a quien aprecia: Un familiar, una dama... O tal vez algún juramento o compromiso le impida actuar más abiertamente. Eso es poco probable porque, si es una cuestión de honor, no actuaría a las espaldas. No se puede actuar a las espaldas de uno mismo.

Por el momento medito, en espera de mi ocasión para actuar. En algún momento tendrán que venir a mirarme las heridas o darme de comer si esperan que vuelva a luchar.

Tras una media hora, mientras miras fijamente el cepo de la jaula escuchas palabras que salen de debajo de la piel de cabra. -Si no vas a usar contigo ese acero samurai, podrías intentar romper el cepo de tu jaula.-

- Cierra la boca, todavía te oyen - escucho, por si acaaso -. Aún no me voy. He peleado, merezco al menos una puta comida.

Recibes otro gemido como contestacion y el silencio otra vez. Tras otra larga hora, entra otro de los hombres de la noche anterior con un cubo que despedia un fuerte y desagradable olor a arroz cocido y entrañas de pescado. Le pone el cubo cerca al ultimo en llegar para que saque la mano y coja algo de su interior, este no lo hace. Luego se acerca a la jaula que tiene el bulto debajo de la piel de cabra y de su interior sale una mano de piel oscura que coje algo del contenido del cubo.

Tras todo esto, se acerca a tu jaula y te coloca el cubo al lado para que cojas algo mientras se acerca desde el frente y te grita pateando la jaula. -Si quieres que te cure el muslo, saca la pierna por entre los barrotes.-

Me acerco a los barrotes despacio, cojeando y con una mano en el costado, cerca de la oculta daga. Me siento en el suelo, con un gemido de esfuerzo. Saco mi otra mano entre los barrotes y cojo un puñado de arroz. No le hago ascos a nada.

Saco la pierna entre los barrotes mientras le doy un bocado. Espero a que se centre en lo que hace, aprovechando para asentar el puño de la daga en mi mano. No aguardo hasta que acabe de curarme, aunque me gustaría, porque seguramente en ese momento se pondría sobre alerta. Cuando le veo suficientemente distraido, le asesto una puñalada en el cuello.

//agi+kentjutsu

El miembro 'Yukitsune' ha efectuado la acción siguiente: Ofrenda a Omakasede No Kami

'Accion' :

Lo miras fijamente mientras comes un poco, pero en el momento en el que se vuelve para sacar una venda del obi y se endereza para colocártela, asestas una cuchillada certera es su cuello. El imbécil se desangra en unos segundos y cae golpeando los barrotes con la cabeza y manchándote de sangre.

Me meto el último puñado en la boca y trato de usar el cuchillo para romper el cierre.

//3 de fuerza

El miembro 'Yukitsune' ha efectuado la acción siguiente: Ofrenda a Omakasede No Kami

#1 'Accion' :


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#2 'Accion' :


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#3 'Accion' :

Intentas reventar el cepo de tu jaula utilizando el tanto como palanca. Tras un rato intentándolo y apunto de partir la hoja, partes el pasador y quedas en libertad.

Estas sentado dentro de la jaula, con los tobillos cargados por la postura y con un muerto cubierto de sangre a tus pies.

Nada más salir reviso al reciente fallecido, no en busca de oro esta vez, sino de algo que me sea de utilidad en mi huida: armas, llaves, algo para abrir otros cepos... También identificación y papeles, aunque lo que encuentre en ese aspecto no lo reviso en el momento.

Cojeo hacia la celda del más tranquilo y la abro.

Encuentras en el muerto la llave que habre todos los cepos, una pieza de plata y dos de cobre. Tiene un tanto y un puñado de semillas de soja secas que segun parece come para saciar el estress en los combates.

Te pones en pie, y en ese momento ves que el bulto tapado con la manta de cabra se pone derecho, adquiriendo la forma de un hombre no muy grande, ligeramente encorvado. Su rostro lo ves ligeramente, ligeramente canoso, con un escaso bigote (tipo cantinflas) y con una tremenda cicatriz que le sale del nacimiento del pelo en el centro de la frente, rodeando el ojo y la mejilla izquierda hasta la oreja, sustituida por un agujero donde antes esta se encontraba.

Abres su jaula mientras este hace una muy educada reverencia sin decir nada. Una vez fuera vuelve ha hacer otra reverencia dandote las gracias y quedandose a la espectativa de tus acciones.