¿Togashi o Mirumoto? (dia 28, Mes de la Comadreja, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII)

Un sentimiento hace tiempo olvidado y añorado le produce a Yue un enorme alivio en el corazón. Como un leve rayo de sol que ha conseguido escabullirse entre el denso follaje de un árbol centenario por un instante Yue es feliz.

Por un instante consigue recordar los días en los que como un ingenuo pensaba que la felicidad duraría eternamente, los días en los que pensaba que su condición de Ronin no era tan miserable al cobijo de las murallas del Dragón, los días en los que su Sensei, lejos de sentir orgullo por las habilidades de su joven discípulo, todavía venía a bien perder su tiempo con él, los días en los que Yue amaba e incomprensiblemente era correspondido...

... días en los que ella vivía.

Todo ello había quedado atrás hace mucho, recorarlo era doloroso pero por alguna razón estar en ese lugar lo hacía inusualmente soportable. Una vez más Yue agradeció dentro de sí la consideración de la carta de su Sensei.

Tras la reverencia en la puerta del palacio Yue se presenta ante las sirvientas:

- Las Fortunas observen con buenos ojos este lugar. Mi nombre es Yue y he venido a encontrarme con Mirumoto Hiko-Sensei.

-Togashi Hiko-sama esta en el dojo haciendo la instruccion diaria de los alumnos. Ha dado su permiso para que lo acompañeis si es ese vuestro gusto, si no, podeis acomodaros y esperarlo para el almuerzo.- Las dos sirvientas te ayudan y te despojan del furoshiki para dejarlo en tus aposentos temporales independientemente de lo que decidas hacer.

La añoranza me hace sentir curiosidad por presenciar el entrenamiento de los discípulos de mi Sensei.

- Si no es molestia me gustaría observar la clase del Sensei. Pese a todo no me gustaría distraerlo o molestarlo durante el entrenamiento con mi presencia. ¿Conocéis algún lugar en el que pueda pasar desapercibido?

//Qué me han quitado?

//El furosiki es la mochila por decirlo de alguna manera. Digamos que es un pañuelo grande en el que se ponen las cosas y lo colocas a la espalda anudado al pecho. Lo que tu llamaste antes un atillo, pero en vez de en un palo, amarrado a tu pecho. seguro que lo has visto por ahi muchas veces en los animes.

-Si entrais por la puerta del fondo con discreccion, no creo que se pare la clase, es por donde nosotras solemos entrar si es necesario.-

Me inclino levemente ante las muchachas y procedo según me han indicado con paso calmado para evitar cualquier molestia que pueda causar.

Ahora mismo te encuentras en la entrada con nada mas que tus armas. Avanzas silenciosamente por el pasillo que segun te han dicho las sirvientas te llevara a la entrada indicada. Aparentemente todas las puertas del pasillo te conducen al dojo (unas tres o cuatro y la que te han indicado es la ultima) ya que desde la primera puerta oyes a Hiko-sensei. Hay una gran cantidad de porta-espadas ocupados alo largo del pasillo y al principio del mismo dos soldados mirumoto de guardia firmes. Cuando te acercas no hacen ademan ninguno pero uno de ellos te hace un gesto con los ojos hacia el fondo del pasillo donde hay varios porta-espadas vacios. Dejas las katanas y te preparas para entrar.
//Ale, ahi lo llevas.

Dejo mis armas en los porta espadas vacíos siguiendo las indicaciones de los guardianes. Acto seguido entro al dojo por la puerta que me indicaron las sirvientas procurando no interrumpir la clase.

Una vez dentro echo un vistazo.

//Descríbeme la situación por favor.

Entras con bastante discreccion, pero es casi imposible que nadie se percate de tu entrada. Todos estan en posicion de combate y haciendo katas de Jiujutsu. Tu exito ha sido moderado, no ha dejado de practicar, pero parece que se estan despistando.



-Nadie ha dicho que pareis, todavia no ha acabado la sesion.- Entonces te das cuenta que la cola de un tigre sobresale por el cuello del kimono de Hiko-sensei tatuado en la piel, pero no te da tiempo a pensar en nada mas. -Y que se llegue el ultimo no es una escusa para que no se ocupe su lugar en la formacion. PATADA LATERAL.- Dice mientras los demas se centran y ejecutan la orden.

Pienso en la ingenuidad que he demostrado al pensar que podría pisar el dojo de entrenamiento de mi Sensei sin recordar el dolor y el esfuerzo.

A pesar de todo la idea de formar parte me es grata. Realizo una reverencia formal para con mi Sensei y los presentes estudiantes y ocupo el lugar que me corresponde dentro de la formación, acatando las órdenes de Hiko-Sensei.

El resto de la sesion de entrenamiento transcurre con normalidad, pero te cuesta trabajo seguir el sitmo de la clase. La gran mayoria de los alumnos son oficiales del ejercito del dragon y maestros de las milicias menores. //En terminos del sistema, esta entrenando pnj's de rangos superior a 3.

Te alegras de haber parado para tomar algo en el pueblo, por que has sido capaz de aguantar la sesion y tendras apetito cuando llegue la hora del almuerzo.

Tras un rato, finaliza la sesion con un poco de meditacion tras lo cual Hiko-sensei pide disculpas a los alumnos por no acompañarlos en el almuerzo y les da la tarde y el dia siguiente por la buena semana de entrenamiento que han realizado.

Una vez han salido todos, os saludais arrodillandote ante el, recogeis tus katanas y las suyas y os dirigis hacia el lugar donde almorzareis, seguidos del servicio.

Yue camina detrás de su maestro pensando en el entrenamiento que acaba de terminar. En su carta mencionaba que había algunos problemas que ocupaban sus pensamientos.

Yue observa la espalda de su maestro desde su posición en el pequeño séquito. El aire parece más pesado su alrededor o al menos eso le parece a él. Aunque no es extraño que con su habilidad de clase a samurais experimentados se le hace raro que lo haga en una pequeña villa como esta, más pensada en descansar y pasar los últimos años de una vida llena de logros.

O quizá eso fuese lo normal para otro hombre y no para el maestro. Sea como fuere parece que Hiko Sensei ha traido los problemas consigo en lugar de dejarselos a otros.

Yue se da cuenta de que se ha abstraido en sus pensamientos y vuelve al mundo real. Confía en que su distracción permanezca ajena al escrutinio de los demás.

-¿Que tal el viaje?.- Parece que la pregunta no esperaba respuesta por que no deja de mirar hacia delante con la mirada perdida y vuelve a decir si darte tiemo a contestar. -Yue... has estado practicando con algunos de los mas grandes de la familia Mirumoto y no te has quedado muy atras. Me siento orgulloso de tus avances y ella tambien lo estaria.- Se detiene un momento en lo que parece un pequeño templete dentro de la casa, hace una reverencia y hace una oracion, las sirvientas cuando pasan a la altura del templete hacen lo mismo. -Los dos hemos cambiado, quizas mas alla de nuestras esperanzas.- Su cara se oscurece un poco y detectas en la servidumbre un rictus de preocupacion.

El trayecto por el pasillo parece interminable pero mas por la tension que ha provocado de repente el estado taciturno de Hiko-sensei.

Pero antes de llegar a la sala donde tu supones que vais a almorzar, este sale de su ensimismamiento y dice. -Ufff, parece que este año la diosa esta mas feliz de lo que lo estaba hace tiempo, que bochorno.- saca una tela de la manga del quimono y empieza a secarse el sudor a la par que llegais a la sala y se detiene para que el servicio os abra la puerta y os acomode en la sala.

//Se que parece que he alargado mucho la accion, pero si quieres puedes intercalar tus acciones en esta, que no te quede todo despues de esta respuesta si no quieres.

El cumplido de Hiko Sensei agradaría a cualquier samurai pero en el caso de Yue le produce un gran pesar, la sola alusión a esa persona lleva a su cabeza recuerdos dolorosos que a pesar del tiempo transcurrido aún no logra superar.

Consciente de su debilidad intenta reponerse rápidamente. El objetivo de las palabras de su Sensei está lejos de hacerle daño. Yue intenta mantener el dolor de su pérdida para él mismo sin avergonzar a su maestro con la visión de un estudiante incapaz de superar las dificultades de una vida en Rokugan.

//Yue gasta un punto de Vacío ante la penalización de Amor Perdido para permanecer fuerte ante Hiko Sensei.

Contesta respetuosamente a su maestro:

- Las palabras del maestro son demasiado benevolentes, aún estoy lejos de hacer honor a sus enseñanzas.

Yue ignora a quién está dedicado el templete pero se deja llevar. El maestro ha presentado sus respetos ante él y así pretende hacerlo el servicio que les acompaña. Decide mostrar también sus respetos aunque le gustaría saber más de él.

Las palabras de Hiko Sensei y la reacción del servicio confirman sus sospechas. Hay algo que atormenta a su maestro y no parece ser un secreto para aquellos que le rodean. Yue se pregunta qué podría causarlo pero no se atreve a preguntarlo directamente.

Durante el resto del camino más preguntas asaltan a Yue. Resultaría difícil encontrar una similitud entre maestro y discípulo, Yue carece de la habilidad o el respeto que infunde su maestro, le es difícil contemplar la idea de la comparación entre ambos que suscitó la frase de Hiko Sensei.

Yue es poco menos que la sombra de lo que pudo haber sido alguna vez, sin objetivos claros en su vida, carece de Señor al que servir u honor que defender, arrastrando los errores del pasado y los remordimientos su falta de poder.

Hiko Sensei conoce su pasado y en más de una ocasión se ha preguntado si el interés que el maestro mantiene en su persona está motivado por la lástima. El hecho de que piense siquiera en una comparación entre ambos no es sino un mensaje de que algo terrible le puede haber pasado.

Mi Sensei es un hombre culto y experto en el código del Bushido, ningún Samurai puede infringirle daño verdadero con la espada o el honor.

Mi Sensei conoce la filosofía del dragón. Su espíritu es fuerte y su sabiduría no permitiría que lo doblegasen. Las palabras no hacen mella en una voluntad inquebrantable.

Una vez más recuerda lo sucedido en el templete para el que Yue todavía no dispone de un nombre. Para las heridas del corazón hay poca defensa posible.

Mientras el servicio cumple con su deber en preparar la sala Yue se pregunta si tendrá el valor suficiente para preguntar a su maestro por aquello que le produce pesar.

Al pasar por delante del templete, si saber a quien pertenece, te inclinas en señal de respeto.
Cuando os parais ante la sala, caes en la cuenta a quien pertenece el templete. En un lado hay un espejo de oro, que es la representacion de Amateratsu a la cual Hiko ofrece gran devocion. En el otro lado una pieza de marmol labrado con el nombre de la difunta esposa de Hiko-sensei.

Cuando esperais a que os acomoden en la sala, fugazmente cruzais la mirada Hiko y tu, y por un momento te parece sentir alivio y algo mas que no sabes identificar.

Yue confía en que un entorno más privado su Maestro pueda revelar algún indicio que le ayude a descubrir cómo podría aliviar la carga de su Sensei. Aunque es reacio a pensar que él pudiese ayudarlo de alguna forma relevante.

El servicio termina de acomodaros y se solo una muchacha joven que esta con un pai-pai abanicando al Hiko-sensei. Estais sentados en la sala. Esta esta construida a dos niveles. En el alto se sienta tu maestro y en la zona baja te colocan a ti en señal de la posicion de cada uno.

Al poco de sentaros, os sirven a los dos. Arros, verduras encurtidas, caldo frio, tofu marinado, algo de pescado y sale. La muchacha del abanico tiene a su lado dos recipientes, te y sake.

A pesar del calor, Hiko sensei se ha sacado una de las mangas del kimono y se pasa un trapito secandose el sudor. Parece que su semblante a mejorado ligeramente y te mira sonriente. En su cuerpo puedes volver a ver el tatuaje del tigre, pero no es el unico, un Pino en su brazo descubierto, Flor de Cerezo en el vientre debajo del Tigre y un Cangrejo en el hombro del brazo descubierto.

Notas que mientras empieza a comer, esta midiendo las palabras que posteriormente te va ha dirigir.

Posiblemente no comeré tan bien en mucho tiempo por lo que intento disfrutar de ello. Los tatuajes de Hiko Sensei me causan mucha impresión, tengo entendido que cada tatuaje es un honor dentro de una de las familias del Clan del Dragón.

Mi maestro ha vuelto a secarse el sudor. ¿Realmente hace tanto calor? Confío en no apestar como un vagabundo ante él.

Escucho atentamente lo que mi Sensei ha de decirme.

Yue queda sorprendido ante la simplicidad y al mismo tiempo profundidad de las palabras. Durante un instante duda, lo más probable es que la verdad no sea del agrado del maestro.

Los segundos se alargan dejando tras de sí un silencio incómodo para Yue. Su maestro ha realizado una pregunta y espera una respuesta que parece no llegar nunca. Los alimentos que hace escasos momentos le parecían un gran manjar dejarían un sabor agrio por su garganta si eso resultase posible.

Finalmente Yue deja lentamente los palillos sobre su tazón. Se coloca frente a su maestro y realiza una reverencia tocando el suelo con su cabeza. Contesta a su maestro.

- Soy la sombra del hombre que pude haber sido. Arrojada a los pies de una estatua hecha añicos tiempo atrás, desde mi posición observo cada pedazo como un error del pasado, incapaz siquiera de pensar en recogerlos, mucho menos unirlos de nuevo.

Yue intenta tragar saliva antes de proseguir. Su ojos permanecen cerrados contra el suelo. No tiene forma de ver la expresión del rostro de su Sensei y quizá sea mejor así.

- He estado en muchos lugares, recorriendo los límites de las tierras del Dragón, alejándome poco del cobijo de sus montañas. Ahora que vuelvo a la casa de mi Sensei me siento como un niño que nunca ha abandonado en realidad el jardín de su casa.

Habiendo contestado a las dos preguntas de Hiko Sensei es muy probable que sus palabras traigan vergüenza a su maestro, si fuese un Samurai cometería con gusto la ceremonia del Seppuku para alejarla.

Yue es consciente de ello y sin embargo siente un poco de alivio, mentir a un Samurai podría ser insignificante según las circunstancias pero, ¿mentir a un Samurai Dragón? Eso es otra historia bien distinta, sobre todo si es un Dragón al que respetas.

En un segundo pasan por el rostro de Togashi Hiko la compasion, la complacencia, una media sonrisa y por ultimo se queda en el gesto adusto que solia poner cuando queria que entendierais algo.
-¿Reconoces pues que nos perteneces y que nos has fallado?.-

Yue no ha levantado la vista hacia Hiko Sensei y permanece inmóvil en el suelo, meditando por un momento cada una de sus palabras y hallando en ellas no otra cosa sino la verdad.

Yue conoce sus errores del pasado, errores que le han perseguido allá donde fuese y que lo atormentan, para su vergüenza son graves y su Sensei los conoce.

Yue le falló al Clan del Dragón ante su incapacidad de defender a su antiguo señor, peor aún, sobrevivió. Las enseñanzas de un grande de la espada se habían desaprovechado en aquel Ronin.

Libre de ir y hacer a su antojo eran su recompensa por sus errores. Libertad perfecta para sufrir en silencio y autocompadecerse día tras día llorando a los muertos.

Pero ahí se encontraba. Un mensaje había bastado para presentarse ante su Sensei, arrodillado frente a él, respondiendo a sus preguntas de forma clara y leal. Desde el momento en que entró al dojo acató sus órdenes y de buen grado además.

Pudo haberse convertido en algo mucho peor, pensó. Un bandido o asesino, un hombre sin moral. Pero aún así vivió según las enseñanzas del Dragón, aún le preocupaba la valoración de su Sensei.

Yue no es un Samurai del Dragón pero ha vivido como tal. Se arrodilla como un discípulo ante su maestro y contesta.

- En el pasado fallé en mis deberes con el Dragón más allá de cualquier expiación. Pero hoy estoy vivo en la casa de mi Sensei. Mi servicio por pobre que sea pertenecerá ahora y siempre al Clan del Dragón.

- Mi vida, mi lealtad y mi espada pertenecen a Togashi Hiko Sama. Ruego a las Fortunas que la sabiduría de éste pueda iluminar el camino de la redención.

Yue se inclina de nuevo ante Hiko Sensei. Una oración mucho más personal, incapaz de compartirla incluso con su Sensei, se perfila perfectamente en su mente.

"Trataré de ser mejor de lo que nunca fuí. Lamento haberte fallado, Saya"

//Yue gasta el último punto de vacío que le queda para evitar de nuevo la penalización.

-Veo que lo has comprendido.- come un poco de daicon en vinagre y continua -Eres uno de mis brazos, cuando mi brazo esta debil, hago mas golpes de boken con el. Quiero mi cuerpo en perfecto estado, relajado pero alerta, pasivo pero activo, fuerte pero fluido.- finalmente da unos golpes con los palillos en el tazon y finaliza.
-Venga, Michi cocina para el mismisimo Daikoku y considero una ofensa tirarlo.-

No espera a que te endereces, si no que continua comiendo y bebiendo tanto sake como caldo frio. Pero en ningun momento deja de mirarte, de medirte, incluso te parece que esta esperando a que digas algo.

Yue se endereza y tras unos segundos recoge lentamente los palillos. La comida es deliciosa tal y como su Sensei ha indicado y aunque parezca extraño come de buen grado.

A los pocos segundos y aún con la garganta seca decide tomar un poco de sake. Cuando el líquido toca sus labios abre los ojos desconcertado al tiempo que lo degusta dentro de su boca.

- No solo la comida, Sensei. Este sake es sin duda el mejor que he probado en mucho, mucho tiempo.

Esta impropia muestra de debilidad le ha sentado bien, parece que ha conseguido sacar gran parte de su amargura fuera de sí mismo y ahora, más relajado, precisa llenar ese vacío saciando el hambre. Pero además de eso requiere algo más.

- Qué servicio puedo realizar para contribuir a vuestra fuerza, Togashi Hiko Sama?

-Yue-kun, me entristece decir que es mas un favor personal que otra cosa. Necesito que pases una temporada en Ryoko Owari "cuidando" de una gran amiga. No se si te acordarras de Kitsuki Jotomon, pero te cuento que aunque es una mujer muy fuerte y habil, siempre ha sido demasiado idealista y siempre ha puesto el honor y el Bushido por encima de todo. Siempre quiso su propio dojo, porque nuestros señores, me pesa decir que antepusienron el sexo y las necesidades siempre que hubo que decidir ponerla al mando de la instruccion en alguno lugar de nuestro amado clan. Ha viajado sirviendo al clan y ahora, al igual que yo se ha visto obligada a retirarse y solicito a nuestro señor Yokuni Togashi-donno poder viajar fuera de nuestras tierras y asentarse. Ha abierto un dojo en la "Ciudad de las mentiras" para llevar el bushido alla donde reina la innominia y la corrupcion.-

Se frota una ceja y continua -Desgraciadamente no queda mucha gente como ella, los demas desconfian y aunque como ya te he dicho antes es fuerte y sincera, tambien es un poco ingenua que no tonta. Un cortesano adiestrado podria embaucarla en un momento dado y si mientras no represente una amenaza para alguien no pasara nada, cuando sigues una senda como la suya con tanto impetu, puede llegar a ser arriesgado. Ya estoy viejo, he pasado el Inkyo y aunque me haya retirado obligado tambien he de reconocer que me dejo llevar por algunos pensamientos de mujer. Le hable en modo informal que necesitabas trabajo, y como no somos muy buenos nos vamos a aprovechar de los defectos de los que la queremos proteger y seguro que tu estatus no le importara. La idea es que la defiendas donde ella estara indefensa, seras un "ayudante de campo". Pero lo mas importante Yue es que ella no sepa nada, posiblemente no lo entienda e incluso lo tome a mal y nos aparte.-

Yue deja pasar unos segundos una vez su maestro ha terminado de hablar y responde:

- Atenderé con gusto cualquier necesidad de mi Sensei.

Trata de recordar a Kitsune Jotomon pero a su mente apenas llegan vagos e inconclusos recuerdos. Por aquella época no pudo formar lazos de amistad con futuros Samurai Dragón debido a su condición. Espera que un poco más de conversación le refresque la memoria.

- Vuestras palabras han expresado preocupación por el idealismo del bushido y (Yue busca una expresión menos ofensiva que ingenuidad) un corazón inusualmente puro quizás. De ellas también deduzco que se trata de una dama especialmente orgullosa cuando de sus habilidades se trata.

Yue realiza una ligera pausa antes de continuar.

- Si álguien me preguntase diría que proteger a una persona de los peligros utilizando la espada es sencillo. Pero proteger a una persona de las debilidades del corazón o de sus propios pensamientos es una tarea más compleja.

Tras decir estas palabras le parece que su Sensei ha destacado en ambos extremos.

- Me disculpo ante mi Sensei cuando os confieso que mis recuerdos sobre Kitsune Jotomon Sama son escasos. Os ruego me habléis un poco más sobre ella. Despejando la niebla de mis recuerdos encontraré la forma de protegerla.

- Si deseais que la dama no perciba vuestra mano protectora he de encontrar la manera de que me permita permanecer a su lado una vez llegue hasta ella. Incluso si no tiene trabajo que darme.