Ante los prejuicios, tiempla tu espiritu (dia 25, Mes del Dragon, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII)

Maldita sea. Como te temías, tu pelo no esta haciendo otra cosa que jugar en vuestra contra a la hora de encontrar un alquiler o una habitación para los dos. Aunque tu bella acompañante ha puesto mucho de tu parte, ha pesado mas una katana portada por los cabellos de un fantasma. Nadie te ha ofendido, pero eso no cura el hecho de que tras tres horas estáis como al empezar la mañana.

Yunshuiko comienza a estar algo cansada ya que apenas habeis parado y no habeis comido apenas. Con la dulce educación de la que hace siempre gala, te pide parar en alguna de las tabernas del barrio de las dos puertas, que es donde os encontráis ahora mismo, para descansar los pies y que comáis algo refrescante.

Accedo. Enro y pido algo de comida para ambos, taciturno. Quizás debería abandonar la ciudad.

¿Qué sería de ella si lo hiciese?

Entráis en la pequeña taberna, que ahora esta vacía. Cuando entráis, un educado anciano os recibe en la puerta y te pide con una profunda reverencia que tu mismo deposites tu katana en una habitación adyacente a la entrada. La joven te mira y asiente, como dándote a entender que es lo habitual en los locales "decentes" de la ciudad. Es lo habitual.

No me gusta.

No me gusta nada.

Pero la amabilidad del viejo y mi confianza en la muchacha consiguen que ceda. Dejo la katana en ese estancia y me posiciono en una mesa desde la que pueda vigilar las puertas, tanto la de entrada como la de la habitación.

A pesar de todo lo que tus instintos te dicen, en el fondo sabes lo que tienes que hacer. No naciste samurai, pero te consideras uno, sigues la senda de la espada, no la tienes por una simple herramienta. Vuestro mundo es como es, lo que importa es la apariencia y tu defiendes ser un samurai. El On esta por encima de todo y tu lo respetas, creas o no en el. La realidad no importa, solo la apariencia.

Os colocais en la zona mejor orientada y esperais a que el viejo os ponga algo de comer y beber.

Como y bebo con ella, incómodo, siempre con un ojo sobre la puerta. Es como si me hubieran quitado una parte de mí, no me gusta.

Estoy a punto de decirle a la muchacha que se de prisa en comer, pero luego me lo pienso mejor. Está agotada, y después de lo ocurrido anoche... Merece un descanso.

- ¿A cuántos sustentas con tu trabajo? - pregunto, recordando que me dijo que le hacía falta el sueldo de su miserable trabajo porque tenía familia en los campos.

La miro con lástima, es una lástima que se vea obligada a soportar borrachos y estúpidos, o aliarse con delincuentes como hizo.

Me gustaría ayudarla.

Pero no puedo.

Creo que a veces incluso estorbo.

Miro alplato y sigo comiendo, pensativo. ¿Cómo podría cambiar todo eso? Sólo soy un ronin de pelo de fantasma enemistado con más poderosos que yo, sin medios ni fama, que rara vez encuntra un buen sitio para descansar.

Me gustaría entrar a formar parte de alguna guardia, algún cuerpo. No soy malo con la espada, maldita sea. Sólo quiero que al terminar el trabajo tenga algo para llevarme a la boca, un techo que me guarezca y algunos cobres que ofrecerle a la muchacha.

¿Pido tanto? ¿Estoy destinado a ser siempre un vagabundo?

No puedes evitarlo, por un segundo, aunque ella no se ha dado cuenta, has puesto mala cara. Ella no la ha visto, pero tu anfitrión, que desde que habéis entrado, no os ha perdido ojo (en el buen sentido), asi que se aproxima a vosotros rápidamente. -Algún problema samurai-sama. ¿El pescado no esta lo suficientemente fresco?, ¿El arroz pasado?.-. Sin duda el dueño del establecimiento, es una persona atenta y diligente.

- No se preocupe, buen hombre, mis preocupaciones van más allá de la comida. Vuestro pescado está fresco y el arroz en su punto. Lo único que detesto es tener que alejarme de mi katana. Pero no es algo que se pueda remediar, supongo.

Haciendo varias profundas y rápidas reverencias, te dice. -Mi señor, le pido disculpas, pero es lo habitual en los negocios del distrito. Le puedo asegurar por mis ancestros que, en quince años que tiene la posada, nunca ha habido problemas al respecto. Las tratamos con gran respeto y están a buen recaudo.- te sonríe lo mejor que puede pero se le nota ligeramente perturbado.

- No hay problema - digo con un gesto que le quita importancia -. No se preocupe más.

Sigo con mi comida.

El hombre se relaja un poco y se marcha tras una reverencia.

Durante unos minutos, coméis en silencio y sin ser molestados, hasta que ves un brillo en los ojos de Yunshuiko, como si se hubiera dado cuenta de algo evidente.

-Perdóneme tabernero-san. No sabrá de un alquiler barato o de alguien que no pida demasiado por una habitación para nosotros.- Le dice con su voz tintineante y con un poco de sensualidad.

-Dependerá del fondo de su bolsa señorita, pero los alquileres mas baratos suelen estar al otro lado del "Honor ahogado". Pero puede que a cambio de un pequeño favor, podría ofrecerles mientras una solución temporal.- dice el hombre, aunque parece que se lo ha pensado primero dos veces mientras te miraba.

No me sienta espcialmente bien, pero sé lo que es Yunshuiko, cómo la conocí y lo que hace cada noche.

- Puedo conseguir algo sin necesidad de favores, seguramente, pero lo dejo a tu elección - le digo a la muchaha.

La mujer mira al hombre con cierto excepticismo, pero antes de que ella pueda decir algo o tu puedas replicar, el hombre se apura para evitar que malinterpretes mas sus palabras.

-¿Que?... No, no, no, no, no. Disculpeme samurai-sama si parece que he buscado ofenderle a usted o poner en duda el honor de la señorita. Dispenseme y le explico.-

Azorado todavia, el hombre intenta explicarse. Os explica que le han pedido la mano de su hija y ha aceptado la proposicion. Os pide con toda la humildad que le es posible, que acompañeis a su hija hasta la casa de su futuro marido, que veleis por su honor y que volvais con la parte de la dote que su yerno le otorga a el. Si le hicierais ese grandisimo favor, os dara 5 koku y la posibilidad de disponer de la cuadra que tiene en la parte de atras sin tener que pagar, pero bajo ciertas condiciones si lo deseais.

Pregunto por las condiciones.

El hombre, todavía preocupado por que hayas malinterpretado sus palabras te dice, que las únicas condiciones para que uséis la cuadra como estancia en la noche, son, que por un lado no hagáis ruido para no levantar el interés de gente como los penachos rojos y los oficiales anti-incendios del barrio y por otro, que solo podréis acceder a ella hasta que termine la hora del jabalí. Si llegada esta hora, echara la puerta tanto si estáis como si no y no la abrirá hasta el amanecer.

//resumiendo, si queréis, podéis usar la cuadra, pero tenéis que llegar a tiempo y una vez que sea la hora, no podéis salir por que cerrara muy bien la cuadra.

- Acepto sus condiciones, tabernero-san. Digame dónde está su hija y cuándo debo acompañarla.

-Lo que tarde en estar todo dispuesto.- te responde el hombre.

Según parece, el hombre ya estaba pensando en buscar una espada de alquiler para la tarea. Crees que le has dado buena impresión al hombre a pesar de tu pelo blanco y no se lo ha pensado dos veces.

Su hija esta en la casa "esperando" para el viaje, así que os ofrece su casa para que os preparéis para el viaje y el va a solicitar los papeles pertinentes para el viaje a la Torre del Dragón.

Empiezo a prepararlo todo, pero a la hora de llevar víveres dudo y miro a mi acompañante.

- ¿Vendrás entonces? ¿O te quedarás en la ciudad... trabajando?

Por primera vez en tres dias, te mira seria y a los ojos. Te mira sin velos de por medio. Te mira casi apartando el "orden celestial".

-Solo si no supongo un obstaculo Tachi-san.- termina bajando la vista -Solo si no soy una molestia.-

Por un momento me quedo decolocado. ¿Estoy permitiendo demasiadas libertades a esta eta?

- ...No, no supones una molestia, sólo te estoy dando a elegir. Si supusieras una molestia, te lo diría, o haría algo al respecto.

Asiente con la cabeza, tras lo cual hace una ademan esperando que des instrucciones.

Me siento algo molesto. Me limito a darle las indicaciones necesarias para preparar lo que quede.

Luego esperamos que el hombre vuelva con los papeles y, si no hay inconveniente, vamos a buscar a la muchacha.

El hombre no tarda mucho en aparecer con los documentos pertinentes.

Esta visiblemente preocupado y os pide que esperéis a que termine de disponerlo todo. Cuando ya no os ve, la muchacha te susurra al oído. -Parece que no le querían dar los papeles por nuestra causa.-

Según parece, la muchacha lo ha sabido mientras terminaba de realizar los preparativos que le has solicitado. -Seamos discretos durante el viaje Tachi-san ¿ne?.-