Un dia libre en el Festival Bon (Hora del Mono,Día 15, Mes del Caballo, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII)

El sol esta ocultandose mientras el crepusculo se acerca oscureciendo las calles. La gente vuelve apresuradamente del trabajo y otros deberes y asi prepararse para el Festival Bon, que comenzará justo despues del ocaso.

Tras unos intensos y aburridos dias de trabajo en los que no has parado de acompañar a tu señor, recibes el dia libre para celebrar el festival.

Te dirijes a la posada de "El Azahar", que la conoces ya que esta cerca del embarcadero que tu y tu señor usais a menudo para pasar a la isla de la lagrima.

La posada de El Azahar es un establecimiento encantador del barrio comerciante en la esquina de la calle del azafran y la avenida del Cobre, cerca del puerto de Ryoko Owari. Es la tipica posada pequeña con unas pocas habitaciones arriba y mesas en la planta baja donde viajeros
y residentes pueden reunirse. El dueño se llama Hametsu, un hombre regordete con barba poblada. Es un Unicornio y le encanta agasajar a sus oyentes con relatos de los dias en que los Unicornio viajaban a traves de las montañas. Por supuesto nunca ha vivido ninguna de
estas aventuras pero no obstante para el son reales y las describira entusiasmado a cualquier cliente. Le ayudan su mujer Kimoko y su joven hija Hikiku. Son personas agradables que sonrien frecuentemente y no hacen preguntas. La posada esta llena de clientes que se preparan para las festividades de la noche, banderines y flores cubren la entrada de El Azahar. Buenas albondigas de pescado y un sake decente, el amor por la cocina de Kimono es la bendicion del local.

Encontrar un establecimiento decente en aquella ciudad era como encontrar un Escorpión honesto; una tarea titánica. Tras años deambulando por las sórdidas calles de Ryoko Owari, 'El Azahar' se había convertido en mi segundo hogar.

El propietario del establecimiento, Hametsu, se había convertido en lo más parecido a un amigo que pude encontrar en un nido de víboras como Ryoko Owari. Sus historias y su vino de arroz me rescataron de la nostalgia en incontables ocasiones durante mis primeros años en la ciudad y me transportaron a lugares de leyenda más allá de la muerte y la destrucción que anidaba tras la Muralla Kaiu; ¡aunque jamás podré perdonarle que me infundiera tal respeto por los miembros del Clan Unicornio!

En cualquier caso, Hametsu y su familia se habían ganado mi respeto y devoción con el paso del tiempo. Si bien ya conocía de sobra las historias de Hametsu; la cocina de Himoko se había asegurado de que continuase dejándome caer por allí en las escasas ocasiones en que el deber lo permitía, y la sonrisa y curiosidad de Hikiku resultaban a menudo alagadoras y por ello siempre eran bienvenidas.

- ¡Buenas tardes, Hametsu-san! ¡Cuánto tiempo! - tratando de disimular la alegría que me producía volver a ver al viejo Unicornio pasados varios meses desde mi última visita le dediqué una breve y cortés reverencia.

Nunca he sido una mujer extremadamente ceremoniosa, sin embargo aquella tarde el ambiente reclamaba cierto decoro. Envuelta en mi yukata negro de blancos motivos florales me presenté en 'El Azahar' calzando un par de gettas nuevas de madera y con mi larga cabellera sorprendentemente bien recogida tras la nuca en un apretado nudo.

Si he de ser sincera, me sentía ridícula en aquel almidonado atuendo tan impropio de mí, de hecho mis movimientos no eran ni por asomo tan 'delicados' como se podría esperar de una mujer; y por supuesto la wakizashi iba fuertemente ceñida a mi costado lo que podía llegar a desentonar con el resto de mi atuendo. Para colmo de males estaba comenzando a sentir como aquel ceñido yukata me oprimía el pecho, si ser 'femenina' implicaba sobrellevar tal sufrimiento estoicamente día tras día preferiría mil veces antes lanzarme desnuda y desarmada contra las hordas impías de Fu Leng.

-Konba wa... Yasuki Sayo-sama.- Cuando el Hametsu se percata, ves que sacude por un momento la cabeza y despues, mientras te hace el acostumbrado, pero educado gesto para que pases a la habitacion de las armas para que dejes las tuyas te dice. -Estais muy elegante señorita, sin duda una bella flor de los protectores del sur del imperio.- el viejo te sonrie mientras dejas las armas y luego lo acompañas hacia uno de los privados de la sala. -Al igual que la flor de la escarcha, la belleza puede aparecer incluso en los lugares mas inospitos... por favor sentaos.- te señala los asientos tras las cortinas y tras una reverencia se aleja con una risita.

Mis mejillas ardían ante los alagos del viejo Unicornio, en esos instantes me sentía como la ruborizada hija de un granjero siendo agasajada con palabras extraídas de algún improvisado haiku.

- Oh... ehm, eres demasiado amable Hametsu-san!

Definitivamente no me gustaba nada aquella sensación; más bien no me hacía gracia alguna el hecho de descubrirme deleitándome con aquellas palabras. Traté de disimular la tímida sonrisa que comenzaba a aparecer en mis labios mientras seguía el acostumbrado procedimiento de desarme para acontinuación ser dirigida hasta uno de los privados del local, donde tomé asiento y observé como Hametsu se alejaba sonriendo.

Tras los segundos que tardas en acomodarte en el privado, viene a ti un olor a azahar, arroz recien cocido y a flores de sakura. Cuando te esta deleitando con dichos olores, descorre la cortina del privado Hikiku que trae el te de azahar con el que Hametsu deleita a sus invitados por cuenta de la casa y dos pequeños bollos de arroz rellenos de ciruelas. -Buenas tardes Yasuki Sayo-sama, mi madre le envia estos bollos de ciruelas y le desea que disfrute otro año mas del festival Bon.-

Mientras la muchacha te sirve, te viene al pensamiento una idea que no es la primera vez que tienes. A pesar de su condicion y lo mucho que tiene que trabajar, la hija de Hametsu es muy guapa y malvadamente te alegras de que su padre no le haya encontrado marido todavia. -La señorita esta muy elegante hoy, si me permite decirselo.- la sonrisa de la muchacha te deleita mientras termina de llenar tu taza y se pone de pie -¿Desea cenar o algo de sake?.-


//la cruz marca tu sitio XD

Viniendo de tan adorable criatura un cumplido así adquiría un significado completamente distinto. No es que no supiese apreciar las amables palabras del viejo Hametsu, pero el cumplido de una joven tan encantadora estaba bastante lejos de conseguir que me ruborizase.

- Muchas gracias, Hikiku-san. Aunque estoy segura de que esto luciría mucho más si lo llevases tu...

Tomé un sorbo del te que tan amablemente acababa de servirme pasando por alto su diligente intento de tomar mi pedido, con la firme intención de disfrutar de su compañía dos minutos más. La verdad es que era un tanto egoísta por mi parte retenerla por más tiempo del necesario si teníamos en cuenta que el festival solía traer toda clase de potenciales clientes; por lo que no parecía el día más indicado para arrastrar a la joven a una charla ociosa.

- Supongo que esta noche estarás muy ocupada. Es... una lástima.

Por un momento la melancolía se apoderó de mí mientras trataba de recordar a la Hikiku que conocí la primera vez que puse un pie en esa posada. La verdad es que en tan solo cinco años había tenido la suerte de presenciar cómo aquella niña se convertía en la doncella que ahora mismo tenía ante mí y en cierto modo detestaba la idea de ver algún día como su belleza se marchitaba al lado de un bruto misógino incapaz de estar a la altura. Cuando finalmente desperté del trance en que me habían sumido mis pensamientos volví a sonreír cortésmente a Hikiku.

- Siento haberte retenido, querida. Tomaré algo de tofu con un poco salsa de soja, un plato de sopa de miso y una botella de sake, ¡y dile a tu madre que hoy pienso repetir!

-Os traeré también una de sus albóndigas.- te dice confidente mientras te sonríe.