Un nuevo depertar, un nuevo problema (dia 21, Mes del Dragon, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII)

- ¿Basureros?

-Si, en la ciudad los conocen como Apestosos. Son los eta que se encargan de recojer los excrementos de toda la ciudad para venderlos a los granjeros. Ademas recojen otra clase de desperdicios, manteniendo esta ciudad limpia desde hace mas de tres hijos de la Dama Sol.-

- En ese caso, montaré una vigilancia para esta noche y veremos qué es lo que está ocurriendo. Rondaré por las cuevas. Deje de lamentarse, buena mujer. ¿Tienen alguna característica especial aquellos que se llevan?

*Si voy a montar guardia, descansaré por el día. Quizás lo que he pagado hoy me sirva para cubrir unas horas de sueño vespertino en la posada.*

-Siento que mi ceguera sea un impedimento para vuestras hazañas bushi-san, supongo que tendreis que desconfiar de todo aquel que cubra su cara.- termina haciendo una gracieta, pero salta a la vista que no suele sonreir mucho, por que le queda forzado.

-Yo escuche uno de los secuestros, pero nadie me cree. Sinceramente, los samurais somos gente muy ingrata con los que nos sustentan.-

- Yo la escucharé. Dígame lo que vio.

La mujer se extraña ante tus ultimas palabras, ya que, como has podido comprobar antes, sus pupilas estan cubiertas de un blanco amarillento sin brillo.

FdI: //Gracioso, es un lapsus

- Digame lo que oyó.

Cambia el gesto y baja la voz para hacerse la interesante -Hace cuatro noches, algo mas arriba de la calle de la mostaza, consegui por pura suerte encontrar un sito en el grupo de callejones a dos manzanas de los muros. Normalmente los matones y jugadores me martirizan y no me dejan dormir en los alrededores de los antros de juego ni en los fumaderos, pero extrañamente cuando no pude encontrar otro sitio, hice una intentona y encontre un sitio por alli.-

Toma una pausa para lubricar la garganta y sigue -Mas tarde, bien entrada la hora de Fu-Leng, escuche a alguien correr y varios golpes despues. Despues una voz suplicando y pidiendo disculpas y voces riendose. <Este tiene energia y salta a la vista que esta bien alimentado Kumomaru> es lo ultimo que escuche... y despues el silencio.-

- Le agradezco la información. Tenga cuidado en la noche.

Me retiro, dándole vueltas al asunto. Si el desaparecido se disculpaba, tal vez hiciese algo que no debía, aunque es igual de posible que simplemente quisiera salvar el pescuezo. El comentario de los asaltante es cuando menos perturbador. Les interesa que estén fuertes, pero ¿para qué exactamente?

Me voy a descansar de nuevo a la posada y, como no, a disfrutar de la compañia de una de las mujeres. Cena antes del caer de la noche, y luego entreno durante una hora antes de dirigirme a la calle de la mostaza y empezar a recorrerla por los callejones, atento a cualquier sombra y a cualquier susurro.

Recorres los callejones que recorren la manzana. Un fumadero y una casa de juego es lo que hay en la manzana, un par de mujeres mejores de las que sueles frecuentar ultimamente.

Tras unas cuantas horas, te sientes frustrado por no encontrar nada excepto ganas de juerga.

No obstante, persisto en mi búsqueda. Si no es hoy, será mañana, pero debo quedarme hasta el final.

Continuas "patrullando" por la manzana e incluso amplias un poco mas para dar la oportunidad a la suerte, pero tu unico logro es que te tengas que quitar alguna furcia de encima y que tengas que apartar de ti, a algun hombre mas borracho de la cuenta.

Paso por el puesto de fideos para desayunar y luego regreso a dormir en la posada.

El del puesto no te dice gran cosa ya que tiene a tres tios ademas de ti. Te pone unos fideos de mijo y algo de sake, despues de diriges como te permite el sueño hacia la posada de Madame Karaku, donde te desplomas en el futon.

Te ves en un callejon oscuro, donde solo escuchas el sonido de tus pasos. Sin previo aviso tres perros tan grandes como ogros aparecen delante de ti. Te giras intentando correr, pero por mas que corres se te acercan sin remedio. Cuando ves que van a alcanzarte te das la vuelta para desenvainar, saltan por encima tuya avanzan un poco mas y se abalanzan sobre una mujer, se abalanzan sobre ella y cuando comienzan a deborarla, empieza gemir mas y mas fuerte hasta que te despiertas y descubres que los gemidos que te han despertado bienen del cuarto del otro lado de la pared.

No me iría mal despertarme entre las piernas de una mujer. Pero en fin, debo aprovechar lo poco que me queda.

Tras levantarme, asearme y hacer mis ejercicios matutinos (normamente los hago por la mañana, aunque esta vez no sea el caso), me dirijo al puesto de los fideos. Como, o ceno, o desayuno, diablos lo que sea, y como siempre me bebo mi buena dosis de sake.

Si el vendedor no tiene nada que comentarme, vuelvo a patrullar. Tal vez mi mera presencia espante a los indeseables.

Pillas al viejo pensando en irse a su casa cuando lo encuentras, pero se siente tan en deuda que no duda en esperar un poco mas y alimentarte en la medida de sus posibilidades. Nota por primera vez, que la calidad de su genero es mejor por la mañana y que casi todo lo que tiene a ultima hora es para encajar todo el licor barato que le queda. Encurtidos y salazones en su mayoria.

-Vaya, parece que esta noche has sido muy "galante" con Nuiko.- te dice haciendo clara alusion a tu cara de sueño evidente mientras te pone algo de comer. -Cuando termines te pondre una infusion de shimutsu.-

Como y bebo sake. Procuro no entretenerle mucho, ya que quiere marcharse.

- ¿Sabes algo de las desapariciones?

La cara del hombre torna sombria. -¿Desapariciones?, eso son chismorreos, yo no se nada.- termina escondiendo la cabeza en una puerta del puesto, como haciendo que guarda algo.

- Voy a molestarme en preguntarte otra vez. ¿Qué sabes de las desapariciones?

Me inclino sobre la barra, para que pueda hablarme más en privado si quiere.

Salta a la vista que te teme a pesar de la irreberencia con la que te trata en algunos momentos (aparentemente fruto de su lengua), cierra los ojos, traga saliva, mira para todos lados, agacha la cabeza y baja el volumen. -Solo se lo que va diciendo la loca de la ciega y poco mas.- lo miras inquisitivamente y su voluntad se quiebra como una rama de cerezo seca.

-No es falso que ha desaparecido algun que otro apestoso y hay un campesino que lleva tiempo sin venir a traer verduras al mercado.- despues se acerca mas a ti y con semblante de que cree firmemente lo que dice -Se han escuchado rugidos y gruñidos raros y el aliento de un yorei en la curva por la noche.- termina casi en un hilo de voz intentando no atraer los poderes de Jigoku mencionandolo.

- Oh... comprendo - digo, ocultando mi escepticismo -. Está bien, gracias por la información...

Vuelvo a mi patrullar.

Terminas de hablar con el viejo, y te dirijes a la manzana de los callejones que patrullaste la noche anterior.

Caminas arriba y abajo durante largo rato sin mejor resultado que la noche anterior. Apuestas, alcohol y mujeres amorales.

Tras un rato sumergido en este exasperante fracaso, empiezas a ampliar el radio de tus paseos, llegando incluso a las calles mas exteriores de los muelles.

Pasada la segunda hora tras el anochecer, en una callejuela colindante a la calle del arroz, te topas con una mujerzuela muy atractiva y sensual que te ofrece sus servicios por cuatro piezas de cobre.

- Una dama como tú merece al menos seis monedas de oro... por desgracia un desdichado como yo no puede permitirse ni siquiera cuatro monedas de cobre - la miro de arriba abajo, disfrutando con la vista de lo que no pueddo disfrutar con el cuerpo -. Por cierto, debieras tener cuidado, joven y hermosa mujer, he oído que este es un lugar peligroso.

Se contonea con mas lujuria para que puedas verla mejor y se acerca un poco mas a ti, casi hablandote al oido. -Supongo que estas calles tienen su peligro, pero sin duda un hombre tan gallardo podria protegerme si me da dos zenni y yo le invito a un poco de sake.- afila su deliciosa sonrisa y falsea un picaro gesto de indefension.

Desgraciadamente, no puedo evitar sonreír con picardía ante su proposición, ni tengo el suficiente control sobre mí mismo como para rechazar sus encantos. A pesar de estar de vigilancia y con poco dinero en la bolsa, no me siento capaz de decirle a esta hermosura que no. Últimamente he estado tratando con mujeres de peor ralea y este cambio es demasiado agradable como para dejar pasar la oportunidad.

- Sea - concedo -, no puedo negarle protección a una mujer que me la pide con tanta... amabilidad.

Le entrego las dos monedas, embelesado y sintiendo cómo el deseo ya comienza a aflorar.