El trabajo es el trabajo, día 22 Mes del Dragon, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII

Izen ni: En el almacén con Kuni Hano, día 21 Mes del Dragon, Decimo Octavo año de Hantei XXXVIII

Día y medio. Eso es lo que tengo después de cumplir todas mis obligaciones para Kuni Hano.

El cargamento de flores medicinales salió puntual como Amateratsu al salir por el horizonte. Ahora tengo tiempo para llevar a cabo mi misión.

"Tesoros sureños", eso decía el pergamino. Un túnel secreto que conecta con otra casa y otro túnel que va a los campos de amapolas del exterior. Voy a dar un paseo por la zona, para ver qué clase de gente se mueve por Las Dos Puertas.

Te despiertas por la mañana bastante temprano. Aunque esta vez casi no ha habido descanso por la noche en el almacen, te da la sensacion de que la actividad del mismo comienza bastante temprano debido a la filosofia personal de Hano-san.

Desayunas con los demas en la residencia del almacen y te despides para la partida del barco.

Como la actividad de la ciudad comienza mas tarde que los habitos del almacen, te mueves por el para conocer su fucionamiento para tus futuras empresas y ser de ayuda a Hano-san y hacer algo de tiempo.

Abandonas el almacen, dejando los muelles en tu camino hacia el barrio de las dos puertas, el cual al entrar, te recibe con su aromas y sonidos autoctonos de esta zona de la ciudad.

Perfumes, música, formas de vivir pintorescas... No se parece en nada a mi hogar. Me siento como un pez que ha decidido probar suerte y ver como se está fuera del río.

Sólo espero no ahogarme por estar fuera de mi agua.

Doy gracias a que no soy el único del clan en la ciudad... Si no fuera por eso, caminando por aquí sería más llamativo que una linterna encendida en una noche sin luna.

Será que hoy me siento poeta.

Camino por el distrito... Tesoros sureños no puede andar lejos.

Continuas la calle que te saca del muelle del hierro. El bullicio y el calor de una gran ciudad te marean ligeramente. Cuando te bienes a dar cuenta, estas delante de lo que a primera vista, es un oasis de naturaleza dentro del frio tacto de los adoquines de la ciudad.

Segun parece te has despistado y has salido del barrio de las dos puertas. Estas delante de lo que, segun escuchas, es el Jardin de Daikoku. Es un jardin enorme con varios jardines mas pequeños y distintos entre si en estetica y dimensiones. Si sigues la calle que rodea el jardin hacia el norte, volveras otra vez al barrio de las dos puertas.

... Menudo jardín. Es enorme.

Me tomo mi tiempo durante mi camino a las 2 puertas para recrear un poco la vista, aprovechando ahora. No sé cuanto tiempo podré estar en la ciudad y disfrutar de lo bueno que ofrece.

Estos jardines parecen un lugar bastante agradable y tranquilo.

El enorme jardin esta dividido burdamente en secciones. Hay un jardin zen, que segun parece lo mantienen los monjes del templo de Daikoku, tranquilo y sosegado, aparentemente no es un sitio que reciba muchas visitas. La otra parte del jardin, esta lleno tanto de personas como plantas. Gente entra y sale, y segun parece que a la gente no le importa que este poco cuidado, con malas hierbas y hojas secas. Con la naturaleza creciendo entre los adoquines del paseo.

Si es una ciudad en la que hay tanto dinero ¿por qué no arreglan los jardines? Podrían hacer que esta provincia deslumbrara para el imperio...

Sigo mi camino, buscando las 2 puertas.

Paseas extasiado por la belleza de la ciudad.

Contemplas los letreros de los locales que anuncian toda clase de negocios fantasticos... constructores, joyeros, maestros ebanistas, posadas, casas de te e incluso un adiestrador de pajaros.

Por tu nariz tambien entran gran cantidad de aromas distintos, cuando de improviso reconoces un olor que te tranporta a tu niñez. Perca hervida con loto de jade y "Arroz de Campaña" que era arroz hervido con soya y algunas verduras para que los soldados se mantuvieran bien alimentados en las guardias.

Levantas la cabeza y lees con un hilo de nostalgia en la sonrisa, "En la Cresta de la Ola".

...

No puedo evitar sonreír al recordar mi infancia. No es que fuese muy larga, con los cangrejo todo lo infantil pasa muy deprisa... pero eso no significa que no lo apreciase ni que no me gustase.

La nostalgia, los recuerdos y el aroma me abren el apetito, me gustaría volver a saborear un poco el pasado. Creo que este es un buen sitio como cualquier otro, debería probar.

Me decido y entro, tengo ganas de comer. Observo el ambiente conforme entro.

Desde fuera, el local parece mas grande, pero solo tiene una pequeña cocina, un ridiculo mostrador y cinco mesas.

Tres se encuentran vacias, otras dos tienen hombres bebiendo.

Un hombrecillo enjuto e inquieto se mueve de un lado a otro entre la cocina, la barra y las mesas cuando se le llama.

-...

Suspiro, me coloco en la mejor de las mesas libres desde donde tenga una buena perspectiva de todo el bar, incluida la entrada.

*La comida es comida, da igual lo grande que sea el establecimiento* pienso.

El acendoso anciano se acerca haciendo gran cantidad de reverencias. Al identificarte, ves que se pone mas contento y aumenta su sonrisa.

-¿En que puedo servirle Hida-sama? Tengo perca hervida recien apartada del fuego, arroz de campaña, verduras encurtidas... ¿puedo ofreceros sochu o sake?-

Vaya, tratan a uno bastante bien aquí.

-Sake, por favor -sonrio levemente. ¿Tan raro es que entre alguien como yo por aquí?-... Y arroz de campaña, he notado el olor desde fuera.

Te sirve con celeridad y buen talante. Palillos metalicos, como es costumbre en las paradas de postas de tu tierra. Ademas te sirve algunas semillas para acompañar el arroz.

Los hombres que juegan no os prestan mucha atencion ni a ti ni a tu anfitrion.

Inclino la cabeza agradecido con una sonrisa leve, y empiezo a comer... Miro momentaneamente a los de las otras mesas con curiosidad... pero tampoco parece que haya nada de especial interés.

Me centro en la comida, en saborearla. No está mal disfrutar de vez en cuando.

Cuando escucho lo que dicen acabo de meter un poco de arroz en mi boca, y me quedo parado, meditando lo que acaban de decir.

¿Estará bromeando?... Es una descripción demasiado específica. Quizá lo digan para reírse de mí, como esperando a que me lance hacia la puerta para ir tras un monstruo bucólico.

Procuré seguir comiendo y seguir escuchando, mientras de vez en cuando miraba en dirección hacia ellos.

-Maldita sea, que te calles he dicho, o te buscas otro para jugar.-

-Que si hombre, un hombre de Shimotta fue devorado por una de esas criaturas, en la orilla del rio. Un kumo creo que se llamaba.-

Tras estas ultimas palabras, el primero empieza ha hacer gestos y poses mientras murmura una especie de salmo, como intentanto purificarse a si mismo o algo asi.

*Esos rezos les protegerán de la corrupción igual que lo haría pedirle a un Oni "por favor no me mates"*

Nunca vio que un dios apareciese de la nada y le salvase la vida en las tierras sombrías, lo más parecido a eso son los monjes... y tampoco eran tan efectivos.

Termino de comer, y miré a esos tipos. Si dicen la verdad, tendría que enfrentarme a esas monstruosidades... Se suponía que la muralla impedía que cosas como esa existiesen en Rokugan.

Además... las autoridades están para algo. ¿Cómo iban a permitir que criaturas corruptas moraran en su ciudad? Siguió escuchando, cada vez creyendoselo menos.

Tras la parsimonia escupe al otro y se aleja saliendo de la taberna mientras no deja de maldecir.

Los otros dos continuan jugando y bebiendo. Tu anfitrion se trae mas sake.

Agradecí que me sirviera de nuevo, pero no tomaré más sake a partir de este momento.

-... Gracias.

Luego miró al que estaba sentado a la mesa... Sí, tenía que hablar con él... no podía dejar las cosas al aire, hablaba de algo serio.

Se acercó a la mesa.

-... Ohaiyo... ¿Podría hablar contigo? -procuró decir con tono amable.

Los dos hombre de la mesa se quedan un poco extrañados, pero en un primer momento no quieres contrariarte. Te invitan a la mesa y piden mas sake para invitarte.

-No, ya voy servido... pero gracias... -digo educadamente. Cogiendo el Sake que me han servido, me siento con ellos.

-... No he podido... evitar escuchar parte de la conversación... Me gustaría hablar de ello.

Las caras de tu dos interlocutaores, nadan entre la incredulidad, la desconfianza y el recelo miedoso.

Ahora el hombre no es tan ligero a la hora de hablar y de dar detalles.
-Cl..cl..claro Hida-sama. Le juro por el alma de mi difunto padre que lo que he dicho es cierto. Ese monstruo tenia forma de araña, pero su rostro no terminaba de ser el de una araña, si no que tenia rasgos humanos. Tenia varias patas como las arañas, pero aveces usaba solo una parte para moverse y juraria que se estaba alimentando de alguna clase de presa viva.-

... No recordaba ninguna criatura así... aunque quizá sea por la descripción... Un tanto ambigua. Quizá necesitara más detalles... y así me aseguraría de que me está contando la verdad.


-... ¿Alguna cosa más que vieras en esos bichos o en lo que hacían? Cualquier detalle nimio podría ayudar bastante.